Un lienzo de recuerdos
El gris, en su aparente simplicidad, encierra una profundidad emocional que lo vincula íntimamente con la nostalgia. Este color, fruto de la mezcla del blanco y el negro, evoca una paleta de sentimientos que van desde la melancolía hasta la introspección, pasando por la añoranza de tiempos pasados.
La poesía, como lenguaje del alma, ha sabido capturar esta conexión de manera magistral. El gris se convierte en un lienzo sobre el cual se pintan los recuerdos, los anhelos y las pérdidas. Es el color que tiñe los atardeceres de otoño, cuando la luz se desvanece y los días se acortan, invitándonos a la reflexión.
Existe una relación íntimamente estrecha entre el gris y la nostalgia, donde se ha forjado un vínculo que el arte nos permite explotar y explorar en cualquiera de sus expresiones, al ser la nostalgia un sentimiento fundamental del ser humano experimenta distintos lenguajes en los que se evocan aquellas añoranzas deseadas.
Una tarde de otoño, envuelta en un manto de gris, la nostalgia me envolvió. En la soledad de mi habitación, me sumergí en un mar de recuerdos, aceptando que algunos momentos son efímeros y que el gris, inmutable, nos ofrece un espacio seguro para la reflexión. Con un lápiz en mano, comencé a plasmar en palabras las emociones que me embargaban, buscando en la escritura un refugio para mi alma.
El gris del alma
Dónde tanto color hubo,
se prefiere el gris.
Todo es tenue, nada brilla,
ni siquiera la lágrima que resbala en mi mejilla.
Intentos torpes, sin sentido,
sueños vagos, sin camino.
Caricias guardadas en mi piel,
besos tatuados en todo mi ser.
Entre escribir y sentir, no distingo,
entre soñar y olvidar, está el destino.
La noche es fría, no hay cobijo.
Mi alma tiembla, no hay alivio.
Alicia
