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Escribir para Existir: Un Viaje a la Esencia Humana

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¿Por qué escribimos?  

Nos sentamos frente a la página en blanco, con el lápiz en mano o los dedos sobre el teclado, y surge la pregunta elemental: ¿por qué escribimos? Más allá de la comunicación básica o el registro de información, el acto de escribir es un reflejo profundo de nuestra humanidad. Es un impulso inherente que nos lleva a dar forma a nuestros pensamientos, a trascender el efímero presente y a conectar con algo más grande que nosotros mismos. 

Ya sea para desentrañar el sentido de la existencia, dejar una huella perdurable, comprendernos a nosotros mismos, o simplemente compartir una idea, la escritura se alza como una de las herramientas más poderosas y reveladoras de la experiencia humana, un puente entre lo que somos y lo que anhelamos ser. 

Algunos escritores respondieron de la siguiente manera: 

Gabriel García Márquez; por la necesidad de contar historias

Para el Nobel colombiano, la escritura era una urgencia vital, casi una condena bendita. “Uno escribe para que lo quieran”. Pero también, y quizás más profundamente, escribía por una necesidad irresistible de contar historias, de dar vida a los mundos que bullían en su imaginación y de plasmar la magia de lo real maravilloso.

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Stephen King: Por el placer de crear y la necesidad de exorcizar

El “maestro del terror” ha compartido en varias ocasiones que escribe, en parte, por el placer puro de la creación. Disfruta el proceso de construir mundos, personajes y tramas. Sin embargo, también ha señalado una motivación más profunda, casi terapéutica: la escritura como una forma de exorcizar sus propios miedos y pesadillas. 

Al dar forma a sus temores en la ficción, logra manejarlos, e incluso convertirlos en algo que resuena con los miedos de sus lectores, creando una catarsis compartida.

Dibujo de un hombre  El contenido generado por IA puede ser incorrecto.

Virginia Woolf: Para expresar lo inexpresable y explorar la vida interior

Virginia Woolf, una figura central del modernismo, veía la escritura como una vía para capturar la fluidez y complejidad de la conciencia humana. Para ella, el reto era ir más allá de la superficie de la realidad y adentrarse en los estados mentales, las percepciones y las emociones sutiles. Escribía para expresar lo que a menudo se sentía inexpresable en el lenguaje convencional, para explorar la riqueza de la vida interior de sus personajes y, por extensión, la suya propia.

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George Orwell: Para empujar al mundo en una cierta dirección

Para George Orwell, la escritura no era solo una expresión artística, sino una responsabilidad moral y política. Él mismo articuló claramente sus motivaciones en el ensayo “Por qué escribo”, donde menciona cuatro grandes impulsos: el egoísmo puro (el deseo de ser recordado), el entusiasmo estético (el amor por el lenguaje y su sonido), el impulso histórico (el deseo de ver las cosas como son) y, quizás el más importante para él, el propósito político (el deseo de empujar al mundo en una cierta dirección). Para Orwell, escribir era una forma de intervenir en la realidad, denunciar la injusticia y luchar por la verdad.

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Eduardo Galeano; Decía que su perspectiva de escribir la definieron tan bien que se la apropió.

“Tener un ojo el microscopio y otro en el telescopio, ser capaz de mirar lo que no se mira, pero que merece ser mirado. Las pequeñas cosas y las grandezas de la vida”. Para Galeano escribir es buscar, ir más allá de lo evidente, tanto en lo ínfimo como en lo grandioso. 

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Desde la necesidad de contar historias y exorcizar demonios internos, hasta la búsqueda de la belleza, la justicia o una forma de inmortalidad, las motivaciones para escribir son tan diversas como los propios escritores. Como lo ilustran García Márquez, King, Woolf, Orwell y Galeano, el acto de sentarse frente a la página en blanco es mucho más que una simple acción; es un reflejo profundo de nuestra humanidad.

La escritura, en su esencia, se revela como un impulso vital que nos permite dar forma al caos, nombrar lo que duele, trascender el tiempo y conectar con lo invisible. Es una herramienta poderosa para comprender la existencia, explorar la vida interior y, en ocasiones, influir en el curso del mundo. En última instancia, escribir es una forma de existir sin desaparecer, un puente perpetuo entre lo que somos y lo que anhelamos ser, confirmando que, para muchos, la palabra escrita no es solo una opción, sino una necesidad ineludible.